Las terapias aversivas se administran respetando la autonomía del paciente, y en la actualidad se están desarrollando nuevas terapias aversivas para la mayoría de adicciones. El disulfiram es un fármaco aprobado como "terapia aversiva" para el tratamiento del alcoholismo. Su mecanismo de acción inhibe las enzimas que metabolizan el alcohol, de forma que incluso una ingesta muy pequeña causa la acumulación de metabolitos tóxicos. Como resultado, el consumo de alcohol en pacientes que toman disulfiram provoca dificultad respiratoria, náuseas, vómitos, taquicardia, notable inquietud, debilidad, vértigo y confusión y, en general, sobrepasa los efectos reforzantes del consumo de alcohol con efectos desagradables.